Ruta en bicicleta sencilla, sin tramos complicados, desde Murcia hasta el Balneario de Archena. Pararemos en Lorqui para recargar baterías con un almuerzo, aunque sin duda el plato fuerte del día será cuando podamos meternos en las increíbles aguas termales del balneario para poder descansar después de la dura pedalada.
Empezamos nuestar ruta en bicicleta en la ciudad de Murcia,fundada en el año 831 por Abd-Al-Rahman II en un enclave privilegiado, en el centro del Valle del Río Segura. De la importancia que alcanzó en la época árabe da buena idea la muralla que la circundaba, algunos de cuyos restos aún son visibles en diferentes lugares de la ciudad, que tenía 15 m de altura y 95 torres. Una importancia que queda también de manifiesto en los numerosos hallazgos arqueológicos, como los de tipo palacial realizados en el Convento de las Claras.
La ciudad cristiana también ha dejado profunda huella en la fisonomía urbana de Murcia. Así, dos de sus arterias principales, la Platería y la Trapería, son aún testigo de la intensa actividad gremial que se desarrolló en la urbe. Pero será a partir del s. XVII, y especialmente del XVIII, cuando Murcia alcance un esplendor urbano que la llevará a expandirse más allá de sus murallas. Será éste el momento en que se alcen las numerosas iglesias, mayoritariamente barrocas, que jalonan toda la trama urbana. Templos como los de la Merced, San Miguel, Santa Ana o San Juan de Dios, que unen a sus artísticas arquitecturas un importante patrimonio pictórico y escultórico, con obras entre las que destacan las realizadas por Francisco Salzillo.
El primer templo de Murcia es su Catedral, comenzada a construir a finales del s. XIV y que presenta elementos góticos, como la Puerta de los Apóstoles y la Capilla de los Vélez; renacentistas, caso de la Capilla de Junterón, y barrocos, entre los que destaca su fachada, concebida a modo de gigantesco retablo por Jaime Bort, con una sabia conjugación de escultura y arquitectura.
En cambio nuestro desenlace es el Balneario de Archena, enclavado también junto al río Segura, que por el contrario es un paraje tranquilo y un oasis con frondosa vegetación en el que abundan eucaliptos, palmeras y limoneros.
Todo parece indicar que los primeros que utilizaron sus aguas fueron los poblados Iberos asentados en Archena hacia el siglo V a.C. Los romanos descubrieron las aguas termales y levantaron unas Termas. Las aguas termales en ocasiones reúnen la consideración de sagradas, a través de las cuales se manifestaba el poder curativo y benefactor de los dioses. En la Edad Media y hasta el siglo XIX estos baños fueron propiedad de la Orden de San Juan de Jerusalén y la afluencia de bañistas crecía todos los años, pese a que los onjes cobrasen la entrada. Desde 1858 a 1878 se lleva a cabo una total transformación arquitectónica del Balneario de Archena, convirtiéndose en un lugar de cura, descanso y lujo preferido por las clases más acomodadas, como permanece ahora.
El Espacio Termal del balneario lo componen 3.000 m² rodeados de jardines de limoneros y naranjos, en un paraje natural a la orilla del río Segura con piscinas, jacuzzis, cascadas e instalaciones para niños. Cuenta también con la Galería Termal, donde el cliente puede disfrutar de tratamientos médicos personalizados y especializados.